sábado, 29 de enero de 2011

Nada que puedas decir, pero puedes aprender el juego.

Y lo descubrí yo sola. Nunca antes nadie me mencionó nada acerca de aquel extraño tembleque que convertía cada botón, cada cremallera. Tampoco nada de el embrujo de la piel pálida y temblorosa, del primer roce de labios... Siempre quiero volver, regresar y perderme en un recuerdo del que apenas puedo rescatar una imagen robada, sentada a el calor de las llamas de una antigua chimenea. Sin mediar palabra y leyendo un hermoso libro. ¿He dicho hermoso?.
Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro.


"Sólo valía mientras pudiera sostener con la mirada, segundo a segundo."









"-No sé qué me ha pasado. No te ofendas, pero a veces una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente que conoce. ¿Por qué será?

Me encogí de hombros. -Probablemente porque un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos.
-¿Es eso también de tu amigo?
-No, eso me lo acabo de inventar para impresionarte.
-¿Y cómo me ves tú a mí?
-Como un misterio.
-Ése es el cumplido más raro que me han hecho nunca.
-No es un cumplido. Es una amenaza.
-¿Y eso?
-Los misterios hay que resolverlos, averiguar qué esconden.
-A lo mejor te decepcionas al ver lo que hay dentro.
-A lo mejor me sorprendo. Y tú también.
-No me habían dicho que tuvieses tanta cara dura.
-Es que la poca que tengo, la reservo toda para ti.
-¿Por qué?
Porque me das miedo, pensé."

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